Ansiedad: ¿Enfocarse en el síntoma o en la vida? Dos miradas clínicas frente al sufrimiento ansioso
La ansiedad es uno de los motivos de consulta más frecuentes en la psicología clínica. Cada vez más personas buscan un tratamiento para la ansiedad, motivadas por el sufrimiento que provocan los síntomas ansiosos y con la esperanza de recuperar el bienestar. Sin embargo, existen diferentes maneras de entender y abordar la ansiedad desde la psicología. En este artículo exploramos dos enfoques principales: el de la psicología cognitivo-conductual y el de las terapias contextuales, en concreto la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).
03/08/2025
Ansiedad bajo la lente cognitivo-conductual: el síntoma como enemigo

La terapia cognitivo conductual (TCC) es el tratamiento psicológico más utilizado para los trastornos de ansiedad. Su objetivo principal es el control y reducción de los síntomas de ansiedad que pueden limitar la vida de la persona. El abordaje tradicional entiende la ansiedad como un problema que debe ser controlado mediante técnicas como la reestructuración cognitiva, la exposición o la relajación.

Desde esta perspectiva, el síntoma ansioso es el centro del tratamiento. La persona aprende estrategias para reducir, controlar o eliminar los síntomas, buscando así recuperar una vida más tranquila y libre de malestar.

¿Qué entendemos por “ansiedad”? Revisión de síntomas y trastornos principales

La ansiedad es un fenómeno complejo que puede presentarse en diferentes trastornos, cada uno con síntomas característicos. Entre los trastornos de ansiedad más habituales se encuentran:

  • Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG):

    • Preocupación excesiva, difícil de controlar.

    • Inquietud, fatiga, dificultad para concentrarse.

    • Tensión muscular, insomnio.

  • Ansiedad Social (Fobia Social):

    • Miedo intenso a situaciones sociales.

    • Temor a ser juzgado o evaluado.

    • Rubor, sudoración, evitación de situaciones sociales.

  • Fobias específicas:

    • Miedo irracional a objetos o situaciones concretas (por ejemplo, alturas, animales, volar).

    • Evitación activa.

  • Trastorno de Pánico:

    • Crisis de pánico recurrentes: palpitaciones, dificultad para respirar, mareos.

    • Temor a nuevas crisis.

  • Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC):

    • Obsesiones (pensamientos, imágenes o impulsos intrusivos).

    • Compulsiones (conductas repetitivas para aliviar la ansiedad).

  • Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT):

    • Reviviscencias, pesadillas, hipervigilancia.

    • Evitación de recordatorios, alteraciones del ánimo.

Nombrar a todos estos cuadros como “ansiedad” es habitual, pero puede generar una circularidad explicativa: el diagnóstico se basa en los síntomas y los síntomas se explican por el diagnóstico, sin profundizar en lo que realmente sucede en la vida de la persona.

Modelo biomédico y la búsqueda del control

El modelo biomédico de la ansiedad considera el problema desde una perspectiva de enfermedad. El objetivo es eliminar el malestar mediante farmacoterapia o intervención psicológica orientada al control de los síntomas. Así, muchas personas acuden al psicólogo o psiquiatra con frases como:

  • “Quiero dejar de sentir ansiedad.”

  • “Necesito que desaparezcan estos pensamientos.”

  • “No soporto más los síntomas de ansiedad.”

Este enfoque puede ser útil en fases agudas, pero centrarse exclusivamente en el control puede hacer que la persona olvide el aspecto más importante: cómo recuperar las áreas de vida afectadas por la ansiedad.  https://www.josegargallopsicologo.es/que-es-la-ansiedad-diferencias-entre-el-modelo-contextual-y-el-modelo-biomedico/

ACT: Recuperar la vida más allá de la ansiedad

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), una de las terapias contextuales más validadas científicamente, propone un cambio de perspectiva. En ACT, el objetivo principal no es eliminar los síntomas, sino aprender a vivir una vida valiosa pese a la ansiedad.https://www.josegargallopsicologo.es/rumiacion-o-reflexion-util-aprende-a-diferenciarlas/

La intervención se centra en ayudar al consultante a reconectar con sus valores, identificar las áreas de vida paralizadas o afectadas por el miedo y recuperar la capacidad de elegir. No se trata de no sentir ansiedad, sino de dejar de dejarse limitar por ella.

Preguntas típicas en un tratamiento con ACT serían:

  • ¿Qué actividades has dejado de hacer por la ansiedad?

  • ¿Qué relaciones, aficiones o proyectos has pospuesto por miedo a sentir síntomas?

  • ¿Qué tipo de vida te gustaría construir aunque la ansiedad siga presente?

Paradójicamente, cuando la persona deja de luchar contra la ansiedad y comienza a tomar decisiones alineadas con sus valores, los síntomas tienden a perder intensidad y resultan menos invalidantes.

¿Alivio de síntomas o vida significativa? El gran dilema de la ansiedad

La terapia cognitivo conductual y la farmacoterapia buscan el alivio del malestar, lo que puede ser necesario en muchos casos. Sin embargo, las terapias contextuales como ACT invitan a mirar más allá de los síntomas y a recuperar una vida con sentido, aunque la ansiedad siga formando parte del camino.

ACT no es solo la abreviatura de «Terapia de Aceptación y Compromiso«. Este acrónimo también recoge los 3 puntos o temas esenciales de este enfoque: Aceptar pensamientos y sentimientos, Comprometerse con una dirección vital valiosa y Tomar la iniciativa de la acción.

Conclusión

En última instancia, la pregunta clave es:
¿Prefieres una vida orientada solo al alivio del malestar o una vida significativa, rica y valiosa, incluso conviviendo con la ansiedad?

¿Buscas una intervención psicológica para la ansiedad que vaya más allá de los síntomas? ¿Quieres aprender a vivir con ansiedad sin que te limite? Da el primer paso hacia una vida que merezca la pena ser vivida.

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Ansiedad: ¿Enfocarse en el síntoma o en la vida? Dos miradas clínicas frente al sufrimiento ansioso

La ansiedad es uno de los motivos de consulta más frecuentes en la psicología clínica. Cada vez más personas buscan un tratamiento para la ansiedad, motivadas por el sufrimiento que provocan los síntomas ansiosos y con la esperanza de recuperar el bienestar. Sin embargo, existen diferentes maneras de entender y abordar la ansiedad desde la psicología. En este artículo exploramos dos enfoques principales: el de la psicología cognitivo-conductual y el de las terapias contextuales, en concreto la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).

¿Qué es la ansiedad? Diferencias entre el modelo contextual y el modelo biomédico.

Ansiedad: ¿Enfermedad o experiencia humana?

En los últimos años, la ansiedad se ha convertido en uno de los principales motivos de consulta psicológica. Sin embargo, no todas las miradas sobre la ansiedad son iguales. El modelo biomédico tradicional, ampliamente utilizado en psiquiatría y psicología clínica, entiende la ansiedad principalmente como un trastorno o enfermedad, con síntomas a eliminar. Desde esta perspectiva, el objetivo suele ser reducir o controlar los síntomas, ya sea mediante fármacos o técnicas cognitivas y conductuales centradas en el control del malestar.

La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT, por sus siglas en inglés) ofrece un cambio de paradigma. ACT no ve la ansiedad como un “fallo” que deba erradicarse, sino como una experiencia humana universal que puede formar parte de una vida valiosa. El problema, desde esta perspectiva, no es sentir ansiedad, sino los intentos rígidos e inflexibles de controlar o evitar esa experiencia, lo que paradójicamente suele intensificar el sufrimiento y restringir la vida.

¿Rumiación o reflexión útil? Aprende a diferenciarlas

La rumiación es un estilo de pensamiento pasivo y repetitivo centrado en el malestar emocional, mientras que la reflexión constructiva permite resolver problemas y aprender de las experiencias.

En nuestra vida cotidiana es habitual detenernos a pensar en lo que nos ocurre, especialmente cuando atravesamos situaciones difíciles. Sin embargo, no todos los pensamientos repetitivos nos ayudan. A veces, lo que creemos que es una reflexión profunda es en realidad un proceso mental que nos atrapa, sin conducirnos a soluciones ni aprendizajes. Aquí es donde entra en juego una distinción fundamental en psicología: rumiación vs. reflexión útil.

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