Problemas de conducta en jóvenes: Cuando huir del malestar genera más problemas
En la actualidad, los problemas de conducta en jóvenes son una preocupación creciente en las familias, los centros educativos y la sociedad en general. Conductas como la agresividad, el absentismo escolar, el consumo de sustancias o la desmotivación pueden parecer simples actos de rebeldía, pero en muchos casos esconden un patrón subyacente: la evitación experiencial. La evitación experiencial es un proceso en el que una persona trata de escapar o suprimir pensamientos, emociones o sensaciones internas desagradables, incluso cuando este intento de evitación genera consecuencias negativas a largo plazo. En los jóvenes, este patrón puede manifestarse en conductas problemáticas que buscan reducir el malestar de forma inmediata, pero que terminan reforzando el problema. ¿Cómo se relacionan los problemas de conducta con la evitación experiencial? ¿Qué impacto tiene este fenómeno en la vida de los jóvenes? ¿Cómo podemos intervenir para romper este ciclo? Vamos a analizarlo desde el enfoque del Análisis Funcional de la Conducta (AFC).
01/05/2025
Problemas de conducta y evitación experiencial en la actualidad

El contexto social actual presenta una serie de desafíos que pueden aumentar la tendencia de los jóvenes a evitar su malestar:

Alta presión académica y social: La exigencia de rendir bien en los estudios, la competencia laboral y la imagen proyectada en redes sociales generan estrés y ansiedad.
Hiperconectividad y sobreestimulación: La constante exposición a información y comparación en redes sociales dificulta la tolerancia a la frustración.
Menor contacto con el malestar: La inmediatez de la tecnología y el acceso rápido a distracciones (TikTok, videojuegos, streaming) hacen que los jóvenes tengan menos oportunidades de aprender a lidiar con emociones incómodas.
Cambios familiares y educativos: La sobreprotección o la falta de límites en algunos entornos puede generar dificultades para desarrollar habilidades de afrontamiento adecuadas.

Como resultado, muchos jóvenes recurren a estrategias de evitación experiencial para gestionar su malestar. Algunas de las más comunes incluyen:

Evitación conductual: Dejar de ir a clase, evitar responsabilidades, aislarse socialmente.
Evitación cognitiva: Usar distracciones constantes (redes sociales, videojuegos, consumo de contenido digital) para no enfrentarse a pensamientos o emociones incómodas.
Evitación emocional: Uso de sustancias, autolesiones o conductas de riesgo como estrategias para anestesiar el malestar.

El problema es que estas estrategias pueden funcionar a corto plazo, pero a largo plazo refuerzan el problema, generando un ciclo del que es difícil salir.

Análisis Funcional de la Conducta en los Problemas de Conducta Juveniles

Para entender cómo se mantienen estas conductas, podemos aplicar el modelo ABC (Antecedente – Conducta – Consecuencia):

Componente Ejemplo de evitación en un joven con ansiedad escolar
Antecedente Pensamiento: «Si voy a clase, me preguntarán y me pondré en ridículo».
Conducta No ir al colegio, quedarse en casa jugando videojuegos.
Consecuencia Alivio momentáneo de la ansiedad (refuerzo negativo), pero refuerzo de la conducta de evitación.

Ciclo problemático: Como la ansiedad baja al evitar la situación, el joven aprende que la mejor manera de lidiar con su malestar es seguir evitando. A largo plazo, esto genera más problemas académicos, familiares y emocionales.

Otros ejemplos comunes de este patrón en jóvenes incluyen:

Consumo de alcohol o drogas → Para evitar ansiedad o emociones difíciles.
Agresividad → Para evitar sentimientos de vulnerabilidad.
Aislamiento social → Para evitar el miedo al rechazo o la presión social.

Cómo intervenir: Rompiendo el ciclo de la evitación experiencial

Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) y la Terapia Dialéctico-Conductual (DBT), la clave no es eliminar el malestar, sino ayudar a los jóvenes a relacionarse de manera diferente con sus pensamientos y emociones, sin que estas dicten su conducta.

Estrategias desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)

Aumento de la conciencia emocional: Ayudarles a identificar y normalizar sus emociones, en lugar de huir de ellas.
Defusión cognitiva: Aprender a notar los pensamientos sin tomarlos como verdades absolutas. Ejemplo: «Mi mente me dice que no soy suficiente, pero eso no significa que sea cierto».
Exposición gradual a situaciones evitadas: Enfrentar de manera progresiva los contextos que generan ansiedad, sin caer en la evitación.
Clarificación de valores: En lugar de actuar para evitar el malestar, ayudarles a actuar en función de lo que realmente importa en su vida (amistades, crecimiento personal, bienestar).

🔹 Terapia Dialéctico-Conductual (DBT): Un enfoque con evidencia para los problemas de conducta en jóvenes

La DBT (Desarrollada por Marsha Linehan) es una terapia basada en la regulación emocional, especialmente útil para jóvenes con impulsividad, autolesiones, agresividad o problemas de conducta derivados de la evitación experiencial.

Habilidades clave de la DBT para los jóvenes:

🔹 Mindfulness: Aprender a observar sus emociones sin reaccionar impulsivamente.
🔹 Tolerancia al malestar: Enfrentar situaciones difíciles sin recurrir a la evitación o conductas destructivas.
🔹 Regulación emocional: Identificar y gestionar emociones intensas sin sentirse desbordados.
🔹 Habilidades interpersonales: Mejorar la comunicación y aprender a establecer límites sanos.

¿Por qué la DBT es eficaz?

  • Tiene evidencia sólida en adolescentes con problemas de conducta, impulsividad y evitación emocional.
  • Enseña estrategias prácticas para gestionar emociones y reducir la reactividad.
  • Se centra en el equilibrio entre aceptación y cambio, permitiendo que los jóvenes regulen su comportamiento sin invalidar su experiencia emocional.
Conclusión

Los problemas de conducta en los jóvenes muchas veces son intentos de escapar del malestar emocional. Sin embargo, cuando estas estrategias de evitación se refuerzan, pueden generar un impacto negativo en su desarrollo y bienestar.

Desde enfoques como ACT y DBT, podemos ayudarles a construir una relación más saludable con sus emociones, sin necesidad de huir ni reaccionar impulsivamente. En lugar de centrarnos solo en eliminar las conductas problemáticas, es clave enseñarles habilidades para afrontar el malestar y actuar con mayor conciencia y autonomía.

Reflexión final: ¿Estamos enseñando a los jóvenes a afrontar el malestar o les estamos dando más herramientas para evitarlo?

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    • Restar importancia constante a las emociones del niño (p.ej., “eso no es para tanto”).
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Desde una perspectiva contextual (por ejemplo, Terapia de Aceptación y Compromiso, ACT), la negligencia emocional se entiende como una carencia de validación emocional, algo fundamental para que el niño aprenda a identificar, aceptar y gestionar sus emociones.

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