El sufrimiento psicológico: derivaciones
Este artículo te ofrece una explicación clara, útil y aplicable, tanto si trabajas en clínica como si estudias psicología o quieres profundizar en el comportamiento humano.
Todos evitamos cosas: conversaciones incómodas, entrevistas que nos ponen nerviosos, recuerdos que preferimos no tocar. A corto plazo, evitar alivia. Pero cuando esa estrategia se convierte en un hábito, la vida empieza a encogerse. Nos sentimos más seguros, sí, pero también más vacíos.
A eso, en psicología, lo llamamos evitación experiencial: el intento constante de escapar de nuestros propios pensamientos, emociones o sensaciones internas. Es una forma sofisticada de decir “no quiero sentir esto”, aunque ese “esto” sea precisamente lo que necesitamos atravesar para crecer.
Quizás lo hayas notado.
Empiezas evitando hablar en público, luego pospones reuniones, dejas de ir a lugares donde podrías sentirte observado… y un día te das cuenta de que vives más pendiente de no sentir ansiedad que de vivir.
Y cuanto más luchas por no sentir, más presente está la emoción.
Es como intentar mantener una pelota bajo el agua: mientras más fuerza haces, más energía gastas, y al soltarla, sale disparada.
La evitación funciona igual: promete control, pero te agota. Lo que se gana en tranquilidad momentánea se paga con culpa, desconexión y pérdida de dirección vital.
La Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) parte de una idea radicalmente distinta:
no necesitamos eliminar el malestar para vivir bien.
Necesitamos aprender a relacionarnos de otra forma con él.
ACT enseña a observar los pensamientos y emociones sin fusionarse con ellos.
A hacer espacio al miedo, a la tristeza, a la incomodidad, y seguir actuando en la dirección de lo que realmente importa.
No se trata de resignarse.
Aceptar es soltar la cuerda en la batalla contra lo incontrolable, para poder caminar hacia lo que sí depende de nosotros.
“El dolor es inevitable. El sufrimiento, opcional.”
— Russ Harris, La trampa de la felicidad
El objetivo no es dejar de sentir ansiedad, sino que la ansiedad deje de decidir por ti.
Cuando los valores toman el mando, el miedo pierde poder.
Tal vez tu valor sea la independencia, la honestidad, la calma o el aprendizaje.
Actuar en coherencia con ellos —aunque la mente grite “no puedo”— se convierte en un acto de libertad.
Porque vivir desde los valores no es sentirte valiente todo el tiempo.
Es atreverte a avanzar incluso cuando tienes miedo.
“Si acepto la ansiedad, me resigno.”
Aceptar no es rendirse, es dejar de luchar contra lo inevitable y elegir dónde poner la energía.
“Primero debo sentirme bien para actuar.”
En realidad, actuar por valores suele ser la vía más rápida para empezar a sentirte mejor. El bienestar llega como consecuencia, no como condición.
“No soy una persona fuerte.”
La fortaleza no se mide por ausencia de miedo, sino por la capacidad de moverte pese a él.
Empieza por observar.
Cada vez que notes la urgencia de escapar de una emoción, pausa.
Nombra lo que sientes (“esto es ansiedad”, “esto es miedo”, “esto es culpa”) y recuerda:
no necesitas luchar contra ello para seguir caminando.
Vivir con plenitud no significa eliminar la incomodidad, sino darle un lugar y continuar avanzando
Si te interesa este enfoque, puedes explorar algunos recursos en español que explican la evitación experiencial y la Terapia de Aceptación y Compromiso:
https://www.youtube.com/@dr.russharris-acceptanceco972/videos
https://psicologiaymente.com/clinica/trastorno-evitacion-experiencia
https://www.infocop.es/evitacion-experiencial-y-fusion-cognitiva-en-trastornos-de-ansiedad
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Este artículo te ofrece una explicación clara, útil y aplicable, tanto si trabajas en clínica como si estudias psicología o quieres profundizar en el comportamiento humano.
En consulta es muy habitual escuchar peticiones como: “Quiero dejar de pensar en esto” o “Necesito eliminar estos pensamientos negativos”. Es lógico: cuando una idea nos hace daño o nos preocupa, nuestra primera reacción es intentar expulsarla de la mente.
Todos hemos intentado alguna vez “calmar la mente”, “controlar los pensamientos” o “dejar de sentir ansiedad”. Y, sin embargo, cuanto más lo intentamos, más atrapados nos sentimos.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué, cuando más queremos que desaparezca la ansiedad, más fuerte parece hacerse?
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