El sufrimiento psicológico: derivaciones
Este artículo te ofrece una explicación clara, útil y aplicable, tanto si trabajas en clínica como si estudias psicología o quieres profundizar en el comportamiento humano.
La depresión es una de las principales causas de malestar emocional en el mundo. Se estima que más de 300 millones de personas la experimentan, afectando a su bienestar, relaciones y calidad de vida. Sin embargo, desde un enfoque contextual, la depresión no se entiende únicamente como una “enfermedad” que hay que eliminar, sino como un patrón de interacción entre la persona, su historia y su entorno.
En este artículo exploramos cómo las terapias contextuales, como la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), nos invitan a mirar la depresión desde una perspectiva distinta, más centrada en la experiencia humana, la flexibilidad psicológica y la conexión con los valores personales.
Imagina que un día despiertas y descubres que estás en el fondo de un hoyo profundo. No sabes muy bien cómo llegaste allí, pero lo cierto es que te sientes atrapado.
Tu mente te dice:
“¡Sal de aquí, haz algo, lucha!”
Así que empiezas a cavar con todas tus fuerzas, pensando que encontrarás la salida. Sin embargo, pronto descubres que cuanto más cavas, más te hundes.
Eso es lo que muchas personas experimentan con la depresión. Intentamos escapar del malestar usando las herramientas que tenemos a mano:
evitamos lo que nos duele,
nos aislamos de los demás,
dejamos de hacer cosas que antes eran valiosas,
esperamos a “estar bien” para retomar nuestra vida.
Pero, igual que en el hoyo, estas estrategias nos entierran más. Y cuanto más tratamos de no sentir, más atrapados quedamos en la lucha.
En un modelo clásico, la depresión suele definirse como un conjunto de síntomas:
tristeza profunda
pérdida de interés o placer
cambios en el sueño o el apetito
dificultad para concentrarse
sensación de vacío o desesperanza
Pero desde un enfoque contextual, en lugar de centrarnos solo en los síntomas, ponemos el foco en cómo la persona se relaciona con su propia experiencia interna: pensamientos, emociones, recuerdos y sensaciones físicas.
Por ejemplo, alguien puede sentir tristeza, pero no necesariamente desarrollar depresión. Lo que marca la diferencia no es solo la intensidad de la emoción, sino cómo respondemos a ella y qué hacemos con nuestras experiencias internas.
Uno de los hallazgos clave en ACT es que, muchas veces, el sufrimiento no proviene únicamente de lo que sentimos, sino de la batalla constante por no sentirlo.
Cuando intentamos:
evitar pensamientos dolorosos,
escapar de emociones desagradables,
bloquear recuerdos difíciles,
…terminamos generando un efecto paradójico: cuanto más intentamos controlar, más atrapados quedamos. Este fenómeno se conoce como evitación experiencial y es muy frecuente en personas que atraviesan ansiedad y depresión.
Desde las terapias contextuales, el objetivo no es “eliminar” la tristeza o la apatía, sino ampliar la capacidad de vivir con ellas sin que dominen nuestras decisiones.
Aquí entra en juego la flexibilidad psicológica: la habilidad de estar presentes con nuestras emociones, pensamientos y recuerdos, mientras avanzamos hacia lo que realmente importa para nosotros.
La depresión, en este sentido, puede entenderse como una desconexión progresiva de nuestros valores. Dejamos de hacer cosas que nos importan porque la mente nos convence de que “no tiene sentido” o “no podemos”. Recuperar el contacto con aquello que nos importa —nuestras relaciones, proyectos, sueños— puede ser un camino profundo hacia el bienestar emocional.
La Terapia de Aceptación y Compromiso propone algo contraintuitivo: en lugar de luchar contra el malestar, aprendemos a abrirnos a la experiencia, cultivando una relación más compasiva y menos rígida con nuestros pensamientos y emociones.
A través de ejercicios de atención plena (mindfulness), defusión cognitiva y clarificación de valores, ACT ayuda a las personas a moverse hacia una vida más significativa, incluso en presencia de la tristeza.
No se trata de resignación, sino de aceptar lo que no podemos controlar y actuar en dirección a lo que sí nos importa.
“Según un meta-análisis reciente en BMC Psychiatry (2025), la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) reduce significativamente los síntomas de depresión y ansiedad, incluso a largo plazo, favoreciendo la flexibilidad psicológica y el trabajo sobre los valores personales como mecanismos de cambio fundamentales BioMed Central. Estas conclusiones se complementan con hallazgos en Frontiers in Psychology (julio 2025), donde se demostró una reducción importante de los síntomas depresivos en padres de niños con necesidades especiales (SMD = –0.36), revelando cómo ACT puede ser eficaz incluso en contextos emocionalmente exigentes Frontiers+1.”
La depresión puede sentirse como una losa pesada, pero también puede convertirse en una señal de que algo necesita atención. Entenderla desde un enfoque contextual nos permite dejar de luchar contra nosotros mismos y comenzar a construir una vida más alineada con nuestros valores.
Si sientes que la tristeza, la apatía o la desconexión te están impidiendo avanzar, recuerda que no tienes que hacerlo solo. Buscar ayuda es un primer paso hacia el cambio.
Este artículo es informativo y no constituye asesoramiento clínico. Si crees que puedes estar atravesando depresión, busca orientación profesional.
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Este artículo te ofrece una explicación clara, útil y aplicable, tanto si trabajas en clínica como si estudias psicología o quieres profundizar en el comportamiento humano.
En consulta es muy habitual escuchar peticiones como: “Quiero dejar de pensar en esto” o “Necesito eliminar estos pensamientos negativos”. Es lógico: cuando una idea nos hace daño o nos preocupa, nuestra primera reacción es intentar expulsarla de la mente.
Todos hemos intentado alguna vez “calmar la mente”, “controlar los pensamientos” o “dejar de sentir ansiedad”. Y, sin embargo, cuanto más lo intentamos, más atrapados nos sentimos.
¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué, cuando más queremos que desaparezca la ansiedad, más fuerte parece hacerse?
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