La trampa de buscar la felicidad a toda costa
En su libro «La trampa de la felicidad», Russ Harris nos invita a reflexionar sobre un problema común: nuestras propias creencias sobre la felicidad.
17/09/2024

A menudo, el mayor obstáculo para alcanzar la felicidad es precisamente cómo pensamos que esta debería ser. Vivimos en un entorno que nos impulsa a buscar la felicidad a toda costa, a menudo a través de consejos de autoayuda o interpretaciones erróneas de la Psicología Positiva (no más “wonderfulismo”, ¡por favor!). Esta búsqueda constante puede hacer que la felicidad parezca siempre fuera de nuestro alcance, generando un ciclo de insatisfacción.

Curiosamente, en España, muchas personas dicen sentirse felices y satisfechas con sus vidas (siete de cada diez así lo declara). Sin embargo, también somos el país con el mayor consumo de tranquilizantes, con una de cada diez personas tomando estos medicamentos en el último mes. El uso de antidepresivos ha aumentado un 250% en las últimas dos décadas, y lideramos el consumo de cocaína y cannabis a nivel mundial. Además, somos el segundo país europeo con mayor consumo diario de alcohol. Diferencias culturales aparte, con todas estas estadísticas, ¿no parece haber algo desconcertante en nuestra búsqueda de la felicidad?

¿Y si gran parte de población está atrapada en una trampa de «evitación experiencial»? En esta trampa, tratamos de evitar el malestar buscando una felicidad artificial que, si bien parece alejarnos del dolor, en realidad nos aleja de una vida auténtica. No estoy hablando de querer ser masoquistas, si no todo lo contrario.

Sin embargo, no todo son malas noticias, es posible encontrar felicidad y significado a nuestras vidas incluso cuando nos enfrentamos al dolor. Como dice Steven Hayes, cofundador de la Terapia de Aceptación y Compromiso, «se puede vivir una vida plena y significativa incluso en presencia de dolor.» El dolor, ya sea físico o emocional, es una parte inevitable de la vida, pero no tiene que definirnos ni limitarnos. En lugar de evitarlo, podemos aprender a aceptarlo y a vivir de acuerdo con nuestros valores y sueños.

Pronto, profundizaremos en el concepto de «evitación experiencial» y cómo puede llevarnos al sufrimiento. ¡Mantente atento!

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A diferencia del abuso físico o verbal, la negligencia emocional no implica necesariamente hacer algo explícitamente dañino; más bien implica la ausencia o carencia en ofrecer validación emocional, atención afectiva y guía emocional necesaria para el desarrollo saludable del niño.

  • Ejemplos claros de negligencia emocional:
    • Ignorar sistemáticamente las emociones del niño (p. ej., tristeza, miedo, ira).
    • No ofrecer consuelo ante situaciones difíciles o dolorosas.
    • Restar importancia constante a las emociones del niño (p.ej., “eso no es para tanto”).
    • No mostrar empatía, cariño o afecto en la interacción diaria.

Desde una perspectiva contextual (por ejemplo, Terapia de Aceptación y Compromiso, ACT), la negligencia emocional se entiende como una carencia de validación emocional, algo fundamental para que el niño aprenda a identificar, aceptar y gestionar sus emociones.

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Se estima que alrededor del 4-5% de los adultos tienen TDAH, pero una gran parte nunca ha sido diagnosticada. En la adultez, el trastorno no siempre se manifiesta con la hiperactividad evidente de la infancia, sino con problemas de organización, procrastinación, impulsividad, dificultades en la gestión del tiempo y desregulación emocional.

El TDAH en adultos no solo afecta la atención, sino que también puede estar relacionado con mayores tasas de ansiedad, depresión, conductas de riesgo e incluso una esperanza de vida menor. Por eso, comprenderlo y tratarlo adecuadamente es clave para mejorar la calidad de vida.

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